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Influencia

Resulta patente la influencia de Stendhal en la obra de los rusos del sigo XIX. Ahora, comprenderán que en tiempos tan ajetreados como los nuestros, uno no puede demorarse sustentando tesis así como así, y que tampoco se trata andar dando la lata, por lo que me limitaré a plantear unos ejemplos que corroboran lo dicho más allá de toda duda razonable.
Se trata del arte del tripe asterisco, técnica llevada a la perfección por el gran autor francés.
Escribe Stendhal en su Cartuja de Parma (1939) : "(...) por más que dijera Fabrizio, quien se esforzaba explicando que en realidad no era comerciante de barómetros, el oficial le mandó a la cárcel de B***, una pequeña ciudad de las cercanías adonde nuestro héroe llegó a eso de las tres de la mañana, rabiando de ira y muerto de hambre."
Pocos años pasarán para que Gogol, precursor de la novela rusa moderna, escriba al comienzo del relato En un lugar embrujado (1842) la siguiente nota introductoria:"Suceso relatado por el sacristán de la Iglesia de***."
Tolstoi, el discípulo más aventajado, no tardará a emular al maestro en su encantadora obrita Los dos húsares (1856): "Bien es verdad que, a veces, sufría por pequeñas vanidades como, por ejemplo, al ver en la iglesia que sus vecinas llevaban sombreritos a la moda, traídos de la ciudad de K***."
La tradición francesa del triple asterisco se seguirá ramificando en lo más granado de las letras rusas: Iván Turguénev empleará el recurso con clase en su novela Padres e hijos (1862): "La ciudad de ***, adonde se dirigían nuestros amigos, se hallaba bajo la jurisdicción de un gobernador de los jóvenes, progresista y despótico al mismo tiempo, paradoja harto frecuente en Rusia."
A mi modo de ver, el punto cumbre en la técnica será alcanzado por Fedor Dostoievski en las primeras páginas de Crimen y castigo (1866): "En una tarde calurosa de principios del mes de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S***."
No me perdonaría dejar fuera a mi amado Chejov, cuyo cuento La mujer del boticario (1886) empieza así: "La pequeña ciudad de B***, compuesta de dos o tres calles torcidas, duerme con sueño profundo."
Estimo que con 
lo transcrito ya no hará falta apelar a los nombres ilustres de Goncharov, Korolenko, Andreiev, Bunin o Gorki. Ha quedado claro que el triple asterisco stendhaliano, aquel autentico triunfo de la discreción y el misterio, encontró tierra fértil en el alma rusa.
Me hago cargo de que la comentada influencia de Stendhal puede contar con detractores -el mundo es extraño, oh sí-. Asumiré su defensa parafraséando el sólido alegato de la pareja de hampones de una película  de los Coen: acusados por una madre de ser mala influencia para la familia, los delincuentes sostuvieron que estaban seguros de no haber querido influenciar a nadie y, si lo habían hecho, se disculpaban.   

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