Thursday

Shandy lunar


Digamos que releía a Laurence Sterne. La parte del nacimiento de Tristram Shandy, aniversario bien reciente como se sabrá. "Ojalá hubiera nacido en la Luna o en cualquiera de los planetas (a excepción de Júpiter y Saturno, pues nunca pude soportar los climas fríos), ya que no me podría haber ido peor en ninguno de ellos (si bien no respondo de Venus) de lo que me ha ido en este vil, sucio planeta nuestro-el cual, dicho sea con todo respeto, para mí que lo compusieron con pedazos y retales sueltos de los demás-;-no es que el planeta no esté bastante bien siempre y cuando uno nazca heredero de un gran título o de grandes propiedades; o pueda ingeniárselas de alguna manera para ser llamado a ocupar cargos públicos y funciones llenas de dignidad y poder;-pero ese no es mi caso(...)". Recordé en el acto las siguientes líneas, que cito de memoria:"Meditando acerca de esta fatal tendencia mía a no hacer lo que debo, he arribado a la conclusión de haberme equivocado de planeta y de que la Luna era mi tierra". Así termina la novela de mi querido Enrique Araya,  La Luna era mi tierra (1948), necesariamente, obra en la que Eustaquio Arredondo, el más cenizo de los héroes de la narrativa criolla, y ahora me doy cuenta, un auténtico shandy lunar, en lugar de preparar el examen de licenciatura en derecho, como se propusiera inicialmente, emprende el recuento de sus disparatadas amarguras. Baste mencionar que entre las páginas figuran un mermado rebaño de cabras, un similar número de vástagos (del protagonista, no del macho cabrío), un plan infalible para hacerse rico y ciertos malentendidos diplomáticos (que, si la memoria no me traiciona, tienen que ver con una señora alemana o con un dictado escrito a máquina o con el enredo de ambos) para entrever aquel clima de cine mudo que envuelve las páginas, las que en suma son lo que se dice para desternillarse, palabra que jamás he logrado disociar de los asuntos de salud bucal, y con razón, si el autor se despacha frases tan inolvidables como (cito de memoria,claro): "fuera de mi alma, lo que más se ha destruido en esta dura jornada de la vida ha sido mi dentadura".

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